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Dentro del entorno startup hay diversos conceptos que tienen cierta importancia. Uno de los que más habrás tenido que escuchar (y, seguramente, practicar) es pivotar. Dentro de la startup, te importará que las cosas salgan bien, y no necesariamente saldrán bien a la primera.

Por ello, sabemos que los emprendedores de Startups tenéis una buena cintura y sois ágiles cambiando de dirección, sabéis leer resultados y cambiar de rumbo sin dudar cuando es necesario. Al final, sabéis ser conscientes que, ante las mil dudas que surgen emprendiendo, muchas veces es mejor que las solucione el mercado que interminables horas de reflexión en la oficina. ¿Es mejor vender de una forma, o de otra? ¿El diseño del producto es el adecuado? Prueba y error, si de una forma no funciona, es posible probar de otra y do diversas otras.

Realmente, sólo hay una cosa que te puede impedir pivotar y es la falta de inversores. Lógicamente, sin algo de oxígeno económico, no se puede “jugar” al ensayo error. Pero esto se puede solucionar causando una buena impresión a los potenciales inversores (una buena imagen-logo, una web atractiva y, en fin, saber venderse como startup), lo cual, una vez más, si no sale bien a la primera puede cambiarse.

En consecuencia, como emprendedor acabarás siendo una especie de “carpintero” que arregla los muebles que no cumplen su función y consigue darles un mejor funcionamiento. ¿No funciona el negocio? Encontrarás un nuevo camino.

Precisamente, es aquí dónde encontrarás la auténtica importancia de contar con un buen respaldo legal en tu startup. Un profesor de derecho mercantil solía decirnos a los alumnos que “el que firma, pringa”. En otras palabras, cuando has firmado un documento con otra parte estás obligado a cumplir con ello. No se puede cambiar unilateralmente. Si lanzas una app y descubres que tiene un error de código, lanzas una versión 1.2 y está solucionado. Sin embargo, no puedes, sin más, mandar un correo a un inversor con quién has firmado un pacto de socios diciéndole “oye, hay una cláusula en el pacto que hemos visto que no nos funciona, aquí tienes el pacto 1.2”.

No es que el trabajo legal sea absolutamente inamovible, o que sea imposible de solucionar. Pero una vez que tienes al monstruo en casa, es complicado hacerlo salir. Así que mejor no dejarle entrar para empezar. A diferencia de lo que sucede con el resto de cosas, “ya lo arreglaremos si no funciona” no es una buena opción, en la medida en que cualquier contrato implica vinculación legal, vocación de ser perdurable y, en fin, responsabilidad por el incumplimiento.

Las cosas, de todas formas, no son tan catastróficas. Buena parte del riesgo de acabar atascado con un contrato que te vaya a crear más problemas de los que resuelve desaparece si utilizas un buen asesoramiento de legal. Para ello, hay tres factores que te van a ser de mucha utilidad:

1) Asegúrate que tenga el conocimiento suficiente sobre el entorno startup. En este sentido, necesitarás a un abogado especialista en Startups. No se trata tanto de consultar abogados que no hagan absolutamente nada más (al final, no es inhabitual que los abogados hagamos algún pequeño trabajo fuera de nuestro campo si algún cliente nos lo pide), pero el amigo/familiar que se dedica a divorcios y accidentes de tráfico y te dice que se lo dejes a él suele acabar mal. Las Startups tienen una lógica específica y una forma de trabajar específica por lo que es mejor contar con alguien que se dedique a ello y evitar los “esto te lo apaño yo”.

En la medida de lo posible, intenta contar con referencias. Contacta con otras startups que hayan trabajado ya con quien te planteas contratar, asegúrate que no serás la primera y única startup que van a asesorar. Posiblemente, necesites diversos asesores para diferentes temas (tributario, laboral, mercantil, urbanístico-administrativo, etc.).

2) Estructura del despacho. Comprueba, también, que tengan una estructura adecuada para responder a tus necesidades. En resumidas cuentas, las startup se caracterizan por un rápido crecimiento y porque tienen un funcionamiento complejo. Realmente, no todas las compañías ni todas las startups tienen las mismas necesidades por lo que no necesariamente hay que acudir al despacho más grande si realmente no lo necesitas y no es el tipo de despacho con el que quieres trabajar.

Tampoco es aconsejable trabajar con un despacho de tipo unipersonal, puesto que probablemente el abogado no podrá dedicar el tiempo necesario para el estudio del asunto. Generalmente, además, los abogados que se deciden por trabajar en solitario no suelen dedicarse al entorno de las startups, otro motivo por el que no suele ser recomendable esta opción para las Startups.

3) Y, relacionado con la anterior, tiempo. Es cierto que las startups requieren mucha agilidad, pero no te conviene contratar a alguien saturado de trabajo y que te entregará un borrador de documento redactado en el último minuto para cumplir con el compromiso. En definitiva, te interesa más perder unos días en tener un documento que se haya estudiado bien que tener un documento más rápido y que te vaya a resultar problemático.

4) Evidentemente, confianza. Puesto que antes de contratar a un abogado vas a tener alguna reunión (si no tenías pensado hacerlo, nuestro consejo es que siempre te reúnas con quién quieras contratar) contrata a quién mejor sensación te despierte. Al final, todos tenemos nuestras preferencias y sabemos cómo nos gusta trabajar. Puesto que vas a entrar en una relación más o menos larga, mejor hacerlo con alguien con quien vayas a estar cómodo.

¡Hasta la próxima entrega!

El equipo de Cirial180º.